domingo, 14 de febrero de 2010

UNA VISION SOBRE MUJER Y DERECHOS


Reproducimos una nota de Ian Buruma, con una particular postura sobre ropa y libertad de la mujer... Para comenzar el debate... A mi, particularmente, me parece tan machista la prohibición del uso de la burka como la obligación de usarla por motivos religiosos. La verdadera libertad comienza cuando uno puede elegir. Las mujeres estamos condicionadas por la sociedad machista ( tanto la musulmana como la occidental y cristana lo son) a no elegir, incluso, cuando , aparentemente elegimos(ver nota sobre Zapatos y machismo en este mismo blog )


La ropa de la mujer es también indicio de su libertad



Ian Buruma, EXPERTO EN DERECHOS HUMANOS.


El parlamento francés quiere prohibir que las mujeres musulmanas usen la burka -la vestimenta que cubre el cuerpo y el rostro en los países árabes ortodoxos, y ahora adoptada por algunos no árabes ortodoxos- en lugares públicos. El hijab, el pañuelo que usan algunas mujeres musulmanas, ya está prohibido en las escuelas públicas francesas, donde la exhibición "ostentosa" de cualquier simbolismo religioso está prohibida.

La burka, sin embargo, es usada con mucha menos frecuencia en Francia -aproximadamente por unas 1.900 mujeres entre casi seis millones de musulmanes, casi ninguna de ellos proveniente de un país donde el uso de la burka es tradicional. La razón por la que los parlamentarios franceses, desde los comunistas a los conservadores, respaldan esta prohibición es un consenso general de que usar la burka va "en contra de los valores de la República". A los inmigrantes que se cubren el rostro se les ha negado la ciudadanía francesa por ese motivo. Las feministas, entre ellas algunas mujeres provenientes de contextos musulmanes, han respaldado la prohibición, porque consideran que la costumbre es degradante.

Sólo los socialistas se negaron a votar a favor de la resolución parlamentaria. A ellos tampoco les gusta la burka, pero no creen que la legislación sea la mejor manera de combatirla.

Creo que los socialistas tienen razón. Más allá del hecho de que el gobierno francés enfrenta cuestiones más serias que los hábitos de vestimenta de una pequeña cantidad de mujeres, está la cuestión de la libertad individual. Algunas mujeres, de hecho, pueden verse presionadas por sus familiares o sus pares a cubrirse de arriba a abajo. Lo mismo es válido para las mujeres judías ortodoxas que deben afeitarse la cabeza y usar peluca cuando se casan. No resulta evidente a simple vista por qué la ortodoxia judía o algunas formas extremas de ortodoxia cristiana deberían ser más compatibles con los valores de la República, mucho menos el feminismo, que el salafismo musulmán. Aun así, no se debería obligar a ninguna mujer a cubrirse de la cabeza a los pies.

Ahora bien, ¿se la debería obligar a no hacerlo? Una mujer francesa, que adoptó la burka por propia voluntad, protestó: "Se supone que Francia es un país libre. Hoy en día, las mujeres tienen derecho a sacarse la ropa, pero no a ponérsela". Otra mujer que se manifestó en contra dijo: "Si nos la hacen sacar, nos estarán sacando una parte nuestra. Preferiría morir a permitir que lo hagan".

Uno podría tener la opinión de que los gobiernos nacionales deben hacer cumplir las leyes, no los valores. Pero, mientras que la mayoría de las democracias son menos proclives que la República francesa a imponer "valores nacionales" a otros ciudadanos, la ley tampoco puede estar totalmente divorciada de los valores compartidos. El hecho de que los europeos puedan casarse con un solo cónyuge es una norma tanto legal como cultural. Y las opiniones sobre discriminación sexual, de género y racial, que cambian con el tiempo, también se reflejan en las leyes. Siempre existe un delicado equilibrio, sin duda, entre las opiniones generalizadas y las libertades individuales. Tal vez aún haya quienes condenan la homosexualidad, pero son pocos los europeos que todavía quieren que se la prohíba por ley.

En términos generales, las prácticas individuales, siempre que no afecten a los demás, deberían permitirse, incluso si a mucha gente no le gustan. Quizá no sea aconsejable que aquellas mujeres que desempeñan cargos públicos -juezas, maestras o policías, por ejemplo- se cubran el rostro. Pero se pueden imponer códigos de vestimenta para ciertos empleos, sin prohibir un tipo de vestimenta para todo el mundo. Después de todo, tampoco tenemos juezas y maestras que usen bikini en el trabajo.

Hay otra razón, práctica, por la que la prohibición de la burka es una mala idea. Si hablamos seriamente sobre la integración de los inmigrantes a las sociedades occidentales, se los debería alentar a desplazarse en público lo más posible. Prohibir la burka obligaría a esta pequeña minoría de mujeres a quedarse en casa, y ser aún más dependientes de sus hombres para hacer frente al mundo exterior.

¿Qué debería hacerse, entonces, con aquellas prácticas que no se consideran liberales, si no las prohibimos? A veces es mejor no hacer nada. Vivir con valores que uno no comparte es un precio que hay que pagar por vivir en una sociedad pluralista.

Copyright Clarín y Project Syndicate, 2010.



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